lunes, 16 de julio de 2012

LEVITACIÓN

El Yoga y la Ciencia, dos caminos diferentes hacia lo mismo, las dos caras de una misma moneda, las Leyes de la Vida y de la Muerte, las leyes del Universo. Mientras la Ciencia pone sus hallazgos al alcance de todo el mundo sin preocuparse por el uso que se pueda hacer de ellos, las tradiciones más ancestrales del Yoga cuidan con esmero la elección de aquéllos sobre los que depositar sus conocimientos. Uno de esos conocimientos secretos son los que capacitan al Adepto para conseguir levitar. Envuelto en un halo de misterio, duda y curiosidad, el poder de levitar desafía la razón humana al no concebir que algo o alguien pueda desobedecer la ley de la gravedad. Pero a fin de cuentas, ¿qué es levitar?

Si cambiamos un poco el enfoque podemos darnos cuenta que en el ser humano, el alimento y por ende, la energía que extraemos del mismo sigue, por así decirlo, un camino descendente y luego otro ascendente. El bolo alimenticio baja por el aparato digestivo y "es procesado" para extraer de él los nutrientes y los aminoácidos que necesitamos para mantener el cuerpo vivo. Lo que no se aprovecha es eliminado por el ano. Pero nuestro cuerpo está preparado para luego elevar la energía que obtenemos hacia el cerebro y eso es algo que sucede contra la fuerza de la gravedad.

Sin entrar a valorar la capacidad de ciertos Yoguis de levitar o no, me parece interesante reflexionar sobre la fuerza de la levedad, el poder desarrollar y expandir nuestras energías internas hacia el corazón y hacia el cerebro con igual o más intensidad que las que descienden para acompañar el proceso de degradación del alimento.

También hay que decir que algunos maestros hacen ostentación de los siddhis o poderes que poseen, como al caso podría ser la levitación, pero el buscador sincero no debe sino anhelar encontrar el conocimiento de la Verdad sin dejarse embaucar por quien hace un uso interesado de sus facultades, premiando a aquél que le ríe las gracias, sigue el camino fácil y le alegra la existencia, sin tener en consideración la lucha y las circunstancias de cada uno, a menudo justificando su pragmático modo de proceder con argumentos de otras vidas que luego nunca llegan a demostrar. Así vencen, pero no convencen. A fin de cuentas, el mago negro, aunque se vista de seda, mago negro se queda. En tal tesitura, mientras el maestro levita, el discípulo le evita, pues el fin no justifica los medios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario